Le conocí y no hubo "chispas",
esas que dicen sentir cuando conoces a una persona especial o al amor de tu
vida. Sin embargo, lo mire y su mirada encajo perfecta con la mía.
Su sonrisa me impacto.
Alucine con sus manos, fantaseé con
ellas... ¿Serian buenas sus caricias?
Volví en sí, seguí mirando su sonrisa, su
boca, la conversación fue sombría, menos interesante de lo que imagine; o tal
vez estaba tan perdida en su sonrisa ¿O era su boca? ¿La fantasía con las
caricias? Wow!
Divagué. El tiempo paso tan rápido, sin
darme cuenta nos estábamos diciendo adiós. La despedida finalizo con la promesa
de otra cita. Llegue a mi habitación, pensé en él con cada acto que hacia; me recosté
en la cama con la intención de no pensar en nada, no pensarlo, no soñarlo...
¡Ingenua! Allí lo pensé mas, le soñé, le evoque, un sin fin de historias
llenaron mi cabeza; fueron esos quince minutos en donde te imaginas la vida perfecta
con esa persona.
Nuestro nuevo encuentro fue diferente, no
solo por el hecho de arreglarme mejor el cabello, sino las chispas que hicieron
presencia. Mariposas, campanitas... una orquesta de escalofríos, cosquilleos y
nervios recorrían mi mente, mi cuerpo... Conocí la perfección solo con un roce de
sus labios.
Mas besos, caricias y un sin fin de poemas
rotos llenaron la tarde. Paso el tiempo y ya iban treinta citas, una superando
a la otra. Fui feliz, un par de caricias, besos sin rumbo y la luna me llevaron
al cielo.. Contemple su desnudez ¡Había llegado a la gloria! Su cuerpo era
magnifico, no igualaba su sonrisa, pero seguía siendo exquisito. Jamás imagine
esto "¿Qué siento? ¿Qué me pasa?" Sigo en la gloria, lo sé porque sus
brazos aun me sujetaban fuerte. Gemí, sollocé, reí y llore. Nade en un mar de
constelaciones...
Un ruido fuerte, un golpe certero y de
repente... ¡Desperté! ¡Vaya que sueño! ¡Que sueño...!